El conflicto entre Israel y Palestina puede ensombrecer los méritos cinematográficos de La voz de Hind. La cinta de la tunecina Kaouther Ben Hania, autora del documental Las cuatro hijas, denuncia la terrible situación en Gaza y la fiereza de las tropas enviadas al lugar por el gobierno de Benjamin Nethanyahu, pero no es un mero panfleto.
La cineasta opta por un cierto minimalismo que acaba siendo un acierto en esta historia basada en un hecho real. Toda la acción transcurre casi exclusivamente en un call center de la Media Luna Roja. Allí llega la llamada de una niña atrapada en un coche en medio de una terrible refriega.
La empatía que se establece entre los operadores y asistentes sociales con la pequeña supone el corazón del largometraje. Ben Hania decide utilizar la voz real de la niña protagonista sin utilizar a una intérprete infantil que la encarne. Solamente tenemos su imagen a través de las fotografías que le envían los familiares durante el suceso. De esta manera, el espectador se pone en la piel de todo un equipo que intenta organizar una misión de rescate mientras intentan calmar a la pequeña.
El fuera de campo permite que imaginemos el infierno de la pequeña y el equipo de salvamento sin recurrir a imágenes sensacionalistas o directamente gore. Solamente al final del filme se nos muestran fotografías y vídeos más explícitos.
Por otra parte, la realizadora imprime al conjunto un tono casi de thriller que impide que el espectador despegue la mirada de la pantalla. Ayudan al buen resultado unos actores poco conocidos internacionalmente que se funden por momentos con las personas reales a las que interpretan, gracias a una sabia mezcla de imágenes documentales y de ficción.
La suma de todos los elementos provoca una cinta emocionante que puede humedecer los ojos, pero está lejos de la pornografía lacrimógena.
Puede que la terrible realidad de la que nace este filme condicione al espectador actual, pero La voz de Hind pervivirá como una notable película sin su terrible contexto.





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