La directora vasca Alauda Ruiz de Azúa continúa con su particular estudio de la familia iniciado en el largometraje Cinco lobitos y continuada con la serie de televisión Querer en Los domingos, su segundo filme para la pantalla grande. Como suele ser habitual en la cineasta, las mujeres ocupan un lugar primordial, aunque sus acciones puedan ser en algunos casos discutibles.

En esta ocasión se aborda uno de esos asuntos que suelen provocar discusiones entre indiduos unidos por lazos de sangre: la religión. Aquí el punto de partida resulta sorprendente en estos tiempos aparentemente incrédulos: una adolescente expresa su intención de tomar los hábitos ante una supuesta llamada espiritual de Dios. Esa particular decisión vital provocará una verdadera revolución entre sus familiares, especialmente en una tía que se muestra contraria a la decisión de su sobrina.

Ruiz de Azúa vuelve a hacer gala de los méritos que encumbraron sus anteriores obras: su capacidad para crear diálogos y situaciones reconocibles, además de su impecable dirección de actores que en esta ocasión abarca desde actores veteranos, como la siempre eficientes Patricia López de Arnaiz o Nagore Aramburu, con otros noveles, en el caso de la novel Blanca Soroa, que interpreta a la joven protagonista.

Especialmente impresionantes resultan los momentos de la reuniones familiares que respiran verdad y están llenos de una extraña tensión.

Más cuestionable quizá sea que la película acabe tomando partido por una de las partes. Todos los religiosos están mostrados de una manera casi beatifica y tolerante,mientras que el personaje más negativo acaba siendo esa tía dibujada casi como una atea recalcitrante que ha dilapidado su vida con un matrimonio fallido.

El catolicismo y la fe aparecen como ejemplos de libertad, mientras que las posiciones opuestas son mostradas como ejemplo de intolerancia. Una posición por lo menos que discutible y bastante tendenciosa que solamente se ve mínimamente perturbada cuando la joven protagonista le comenta con soberbia a su tía: «Rezaré por ti». Lástima que no haya algún momento un poco más crítico con las formas que tiene la Iglesia para captar a sus más fervientes seguidores.

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