La carrera como director y guionista Paul Schrader ha girado entorno al tema de la redención. Desde sus películas con Martin Scorsese hasta sus últimos trabajos, parece ser un asunto que se repite en una trayectoría llena de grandes obras, pero en el que hay también demasiadas cintas fallidas o filmes directamente desechables.

Oh, Canada, uno de sus largometrajes de senectud, supone el reencuentro con dos artistas con los que ya había colaborado previamente: Richard Gere, con el que trabajó en la exitosa American Gigolo, y el escritor Russell Banks, que el cineasta ya adaptara en su célebre Aflicción, quizá una de sus cimas creativas como realizador.

En esta ocasión, el texto de base del escritor es la novela Los abandonos. Schrader nos muestra a un documentalista con una enfermedad terminal que se presta a hablar de su vida para una película con la presencia en todo momento de la que es su última esposa. Esto le sirve para recordar los momentos que pasó con su primera esposa, los últimos años sesenta del siglo XX, cuando dejó a cargo de su hijo para irse a Canadá con el propósito de impartir clase en una universidad. Sin embargo, lo que iba a ser una cosa más o menos temporal se convirtió en algo permanente, dejando atrás su matrimonio e iniciando una carrera como prestigioso cineasta.

Schrader juega un tanto con la fragilidad de la memoria del homenajeado, que en algunos momentos parece mezclar realidad y ficción, casi a la manera del protagonista de El viaje a ninguna parte, aunque la referencia al filme de Fernando Fernán Gómez pueda parecer un tanto peregrina. A la vez, como si fuera el profesor de Fresas salvajes, en sus recreaciones del pasado la imagen del individuo de la tercera edad, al que encarna un magnífico Richard Gere, sustituye al que era joven, al que da vida el simplemente correcto Jacob Elordi. Al igual que el protagonista de la obra de Ingmar Bergman, Leo es un personaje un tanto amargado que también realiza un viaje, aunque en este caso sea solamente emocional, a un pasado en las postrimerías de su vida.

No obstante, a pesar de la nobleza de los materiales y la buena interpretación de gran parte de su elenco donde también figura una madura Uma Thurman, Schrader se queda un tanto corto a la hora de contarnos el pasado de su personaje principal, planteando solamente algunos asuntos que apenas son bosquejados y que impiden que la cinta de Schrader cale en el espectador y alcance los logros de Aflicción, el anterior texto de Banks que adaptara Schrader. El resultado es un largometraje que promete más de lo que termina ofreciendo.

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